lunes, 5 de enero de 2009

Arriba, en el cielo


Abre los ojos despacio, como abrumada. El sol se cuela por las ventanas de la casa, casi desnudas. Reina el silencio más absoluto. Un paraíso en medio de la ciudad.
¿Qué hora es?- se pregunta, mientras se incorpora de la cama. Debe ser tarde, él ya se ha ido a trabajar.
A su lado, un ronroneo, el aliento caliente de la gata. Acaricia su lomo suave, y ella le corresponde lamiéndole la mano. Durante unos segundos se siente feliz, llena de amor.
Se levanta y se viste deprisa. Pone a la gata su comida y el agua, antes de buscar café en la cocina. No hay. No hay nada, la nevera también está vacía. Suspira.
Se lava la cara y se peina un poco. Ella siempre parece peinada, en realidad.
Coge su bolso, sus llaves. Echa la vista atrás unos segundos. Mira las paredes turquesa. Observa pequeñas partículas flotando en el ambiente, mecidas por los rayos del sol. Hace mucho calor. Pasea sus ojos por la cama con las sábanas revueltas, allá al fondo, en la otra estancia. Sonríe. Piensa en él y le quiere en la distancia. Coge a la gata en brazos y besa su cabecita.
-¡Hasta luego, tesoro! Pórtate bien.
Una mirada entornada por respuesta.
Y entonces lo sabe. Sabe que ése es su lugar, donde quiere estar. Los tres juntos. Ella vive arriba, en el ático, muy cerca del cielo.

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