De repente los ecos divinos
que en el tiempo se apagaron,
desde lejos de nuevo llamáronle
con el poderoso encanto
que del fondo del sepulcro
hizo levantar a Lázaro.
Agitóse al oírlos su alma
y volvió de su sueño letárgico
a la vida, como vuelve
a su patria el desterrado
que ve al fin los lugares queridos,
mas no a los seres amados.
Alma que has despertado,
vuelve a quedar dormida;
no es que aparece el alba,
es que ya muere el día
y te envía en su rayo postrero
la postrimera caricia.
Rosalía de Castro.
Nota: Pintura "La Dormeuse" ( "La Dormida") de Tamara Lempicka.
Precioso el poema de Rosalía, Beatriz.
ResponderEliminarAl caer la tarde,hay magia en los rayos del sol, que parecen llamarnos al despedirse..y despertamos a otra realidad..! Son ecos divinos que nos llegan muy dentro..!
Enhorabuena por profundizar e invitar a hacerlo
Un abrazo
Exquisito.
ResponderEliminarLos ecos divinos siempre vuelven, en realidad nunca se van.
Besos.
Te envio un beso y te dese felices pascuas. roxana
ResponderEliminarHola Beatriz.
ResponderEliminarGracias por elegir esta joya de Rosalía que nos invita a reflexionar:
Tengo varios amigos fotógrafos, que siempre me han comentado, que las mejores horas del día para realizar sus fotos de paisajes, son las últimas de la tarde.
Me explican, que en estas últimas horas de la jornada, es cuando la luz se vuelve mágica, dando realce a cualqier estampa, y la reviste de una nitidez especial.
Me cuentan, que la excesiva "claridad" de la luz matinal, carente de los claroscuros y sombras que produce el ocaso, da como resultado, fotos más planas, con menos perspectiva y encanto.
Me gusta comparar estas explicaciones de mis amigos, con la propia vida.
Puede que sean estos últimos rayos de luz de nuestra existencia, los más reveladores y nítidos de nuestra vida, precisamente por eso, por encontrarse rodeados de sombras, que realzan lo esencial, lo que predomia iluminado, en un mar de sombras.
Bueno, es sólo mi opinión :)
Perdona la extensión y recibe un fuerte abrazo.